domingo, 21 de diciembre de 2008
El perdón y los tres hombres
De esa foto y ese viento hace ya mucho. El viento sigue devorando la costa de las islas azores y los centenares de miles siguen muriendo, pero los tres hombres partieron de sus palacios dejando habitaciones vacías, escritorios abandonados, gobelinos melancólicos, lunas tajadas, tarjetas, calcetines, clamores. Dos ya han pedido perdón. El hombre inglés y el americano concurrieron frente a su pueblo y frente al viento y se arrepintieron, dolorosamente, sinceramente. Los dos hombres buenos, cristianísimos, hicieron acto de contricción y colgaron del balcón las sábanas de holanda manchadas con la sangre de su mentira y sus crímenes. Los dos hombres, extrañamente, fueron perdonados. O no, eso no importa. Los dos hombres buenos estaban en paz consigo mismo y ya podían darse el inmenso lujo de morirse para lo público y volver a la carpintería del padre a aprender el arte de las cruces y las palomas.
Pero ¿y el tercer hombre? El cristianísimo tercer hombre no pidió perdón. Salió de palacio con el gesto irritado, los hombros rígidos, los intestinos en un paquete sólido, los dedos crispados. A su salida, la multitud de antorchas que cercaba desde hacía días su sueño se partió silenciosa al paso de Moisés. Algún insulto tenue salió de sus filas, alguna mano quiso enarbolar la horca o enviar la piedra. Todo lo congeló la noche. El hombre cristiano, el tercero, el bajito, ganó con paso firme la salida y se perdió entre las hojas de marzo buscando su carruaje.
El tercer hombre también es bueno. El tercero también es piadoso y conoce lo aconsejable de la contricción y los santos óleos. No es vanidad por tanto lo que le impide pedir perdón antes de morir. Es otra cosa. Es certeza de inmortalidad.
jueves, 18 de diciembre de 2008
1- Encontrar una lectura en el baño de la oficina
2- Ver el intermitente de un coche que va a dejar libre un hueco para aparcar
3- Abrir un libro recién comprado. Tocarlo casi eróticamente. Olerlo.
4- Apagar el despertador y concederme media hora de gracia sin atisbo de culpa
5- Escribir una frase afortunada.
6 - Subir a un tren para un viaje.
Son seis pequeñas cosas, nada sustancial, pero carajo cómo ayudan. Carajo cómo se las piensa cuando faltan. Los elementos centrales de mi dicha comprenderán que se avengan mal con las clasificaciones, con el orden en general, con los buenos usos y la excelente costumbre de la alfabetización. Con el jabón perfumado y las agendas.
domingo, 14 de diciembre de 2008
La niña de guillem de Castro

jueves, 27 de noviembre de 2008
ÚItima hora
El anuncio en cuestión es de un nuevo servicio de telefonía móvil que se presenta como un detector de mentiras instantáneo. Algo así como "¿Harta de que te engañen? Ahora podrás saber dónde está realmente." Va dirigido a adolescentes anormales que quieran saber si sus parejas les son o no fieles. Si realmente Pablito está en el cine con Dieguito o le está comiendo el coño a Marisielito. Convendrán conmigo en que Fukuyama se adelantó en predecir el fin de la historia, con la de cosas preciosas que estaban por venir. El sistema en cuestión puede ser leído desde dos ópticas: en primer lugar, y admitiendo de antemano que el detector de mentiras tiene la misma fiabilidad que un dólar extremeño, supone una irresponsabilidad estratosférica. Pongamos, sugiero, que una Paulita cualquiera, de buena fe, se instala el chisme de marras y lo usa para hablar con su novio, Alejandrito. El sistema, aleatoriamente, puede decir que Alejandrito miente y sumir a Paulita en una profunda depresión, acabar con una relación que podía haber dado momentos mágicos, en última instancia alumbrar un breve de sucesos del estilo de "Una adolescente se suicida arrojándose a las vías del metro". Vale argumentar que si alguien de verdad se cree el sistema y es tan retorcido como para utilizarlo tiene bien empleado que se vuelva contra él. Y que si tu novio o tu novia son de esa ralea lo mejor que puede suceder es descubrirlo cuanto antes y darles puerta, vía ancha y mucha mierda.
Pero analicémoslo desde otra vertiente; que en el fondo quienes utilicen el puto detector de mentiras lo hagan empujados por el ardiente deseo de ser engañados, de introducir una tormenta en pijama, una tragedia de living room en sus vidas grises, planas, de gominolas, pajas, canutos y play station. Ellos reciben de la televisión dosis de drama del que no participan y tan acostumbrados están a reproducir patrones enfermos, a comer carne cruda, que si se juzgan por un instante fuera de la arena del circo se dan por muertos. En cualquier caso, si aciertan el prefijo de Constantinopla y les da por llamarme les garantizo una sarta de mentiras, pueden ahorrarse enviar "mentira" al 7505.
La noticia en prensa, ay, la noticia en prensa... es una de esos bombones que de vez en cuando nos brinda la realidad en una bandeja de plata. Un bocadito selecto de locura. El muy honorable pueblo de Náquera (¿Seguirá siendo concejal allí el presidente de UV José Manuel Miralles, a quien la infamia tenga en sus índices?) ha cambiado el nombre de una avenida. La vía que antes se llamaba José Antonio (¡¡¡presente!!!) ahora pasa a llamarse Barak Obama. Me la pone dura. Me chifla el tema. Cambiamos la advocación del cirujano de hierro, de un dictador miserable, por la de un fulano que todavía no ha hecho absolutamente nada. Es la lógica de Operación Triunfo, de los reality show, del simulacro, de la prisa. Parámetros como esfuerzo o valía son devorados por el más ventajoso comercio de iconos vacíos, por promesas que nadie tiene que cumplir porque antes de que podamos pedir cuentas serán sepultadas por otras promesas. Ignoro que tal presidente será Obama, pero el tío Julián, el del hortet, tiene más méritos probados.
La realidad es una loca de remate. Ratatatá.
martes, 18 de noviembre de 2008
Los verdugos de Dios

martes, 11 de noviembre de 2008
sopa de barco
lunes, 27 de octubre de 2008
bodegón de bosque con grúas al fondo

lunes, 13 de octubre de 2008
Terapias casi ridículas

domingo, 12 de octubre de 2008
Hay días

jueves, 9 de octubre de 2008
Una recomendación apresurada

domingo, 5 de octubre de 2008
ataud omnia mensura

El ataud es la medida de todas las cosas y por fin ese hombre es un hombre. Demasiado tarde, como siempre.
lunes, 29 de septiembre de 2008
Capados en capilla
.jpg)
Capados en capilla, Ulises amarrados al mástil de su polla blanda, sorderas que les son y palabras que no les son, diáconos de sus adiposidades, higiénicos divertidos, bocas que besan bocas para besar su siempre boca, grietas y rabietas, pataletas, cheques al mentidor, aulladores, aduladores, escanciadores de su fiesta, amigos, tan amigos, romeros de chaqueta ajena, estetas de bragueta, profilácticos de orgia a cinco dedos y aún son muchos, muchachos y muchachas, letras con antenas, gori gori sobre los vivos, fúnebres perfiles, funambulistas, subvencionados, amamantados, amansados a mansalva y selva y silva que no salva, malencarados, malacontecidos, malparidos, en buena hora todos ellos, blancos, tan infantes, tan triunfantes, tan trufados, tan truhanes, artríticos quise decir artísticos, ariscos quise decir en los riscos, como cabras, como balas, tan duros y tan huecos, tan alfa y tan paloma, coma, punto y coma, de su mano coma, su sopa, su copa de talle fino, su dote de muertos, dos casas y un huerto, la felicidad, la placidez de la redondez, el paso de la oca y tira y me toca y me duele y me huele y quiere más, quiere mi sangre, come mi hambre, pasa su dedo por mi miedo, su remedo, su verbito repetido y abotonado hasta el cuello de lana virgen con las inciales de otro niño grabadas en oro, pero mamá te quiere, no ha dejado de quererte por que tú eres el único mi vida, tú el de los millares, tú el innúmero, tú legión, tu tan alto, tan blanco y tan puro como un ángel de espuma, tú que no te alcanzan los espejos más grandes, ni los lagos, ni el perfil de las montañas, tú por quien amanece y se abren las calles, tú mi amor, mi bien, mi aire, mis ojos, tú por quien el pan huele a pan, tú por quien el sol, qué digo, tú el sol, tú el rey del universo, uni-verso, un solo verso la palabra que derrama tu boca como agua cristalina, tú el devorador de estrellas temblorosas y carnes al contado, alguna vez te lo he contado? tú no dejes de ser tú. Sonríe al naufragio, albo hijo de puta.
domingo, 21 de septiembre de 2008
Gredos
A las seis de la mañana arrancamos el motor. La morena tiene sueño y las palabras le salen sonámbulas de la boca, como un médium inspirado que me conecta con ella misma, con la compañera que no falla. Carretera, carretera, carretera negra sin a penas nadie, más tarde como una cinta gris a medida que amanece a nuestra espalda. Así las cosas un café en Honrubia es una idea a la que nadie puede resistirse, y el viajero celebra el frío, porque signifca que está lejos de casa.
Madrid es un ovillo mohoso que cortar de un tajo, una trabajosa digestión. Después Ávila, recoleta, castellana, limpia, monumental y fría. Allí, al abrigo de sus murallas, entre sus palacios o frente a la iglesia de piedra, lo difícil es no sentir el tacto de la espada en la diestra y escuchar el piafido y las patadas de los caballos. Lo heróico es no imaginarse defendiendo la fortaleza contra el enemigo innúmero que oscurece el campo al otro lado. Esta noche cenaremos en la Hosteria Bracamonte, mejor una ensalada y dos de cochinillo, sin duda un buen vino tinto que lubrique la conversación y nos embriague en una misma incontrolable, y qué risa el camarero, y qué risa la dueña y qué tremenda risa ahora que estamos tan vivos y el mundo es un lugar nuevo poblado de cosas viejas. Y qué suerte encotrar un bar abierto de camino al coche.
El parador de Gredos es un viejo refugio de caza de principios de siglo. Entre sus gruesos muros de piedra gris los reyes, los padres de la constitución, tantos sueños como dejaron sus huellas en la moqueta e hicieron crujir las maderas y la pizarra del techo. Una habitación con dos camas, frente a ella un bosquecillo de pinos y la montaña. De fondo el sonido de los cencerros de las vacas y alguna conversación dispersa y jironada por el viento.
Al día siguiente, después de desayunar y proveernos de agua y comida, llegamos por una sinuosa carretera entre árboles y vacas a la plataforma de gredos. El último punto al que se puede acceder en coche. El final traumático de la civilización arrodillada frente a la magestad cruel de la montaña. No hay un sólo árbol. La nieve gobierna allí y aplana la vegetáción hasta convertirla en duro matorral y hierba amarillenta salpicada de inmensas rocas verdosas. Se escucha el murmullo del agua y cinco horas de camino para ver el circo de gredos y la laguna grande se antojan un precio razonable. Lo pagamos con creces. La subida es larga y exigente, las paradas se suceden y empieza a escasear el agua. A penas intercambiamos palabra, el óxigeno exige también ser racionado. Y justo entonces, cuando los ojos están llenos de belleza, en mitad de un repecho rocoso y rojizo, aparece la fuente de cavadores. Es un sólo caño metálico en una boca de piedra. El agua está fría y bebo, bebo como un animal de las manos de la morena, vuelven las risas y las palabras y como un inmenso desafío planetario se enciende un cigarrillo. Los pulmones, claro, no saben a qué atenerse al principio, pero reaccionan bien al tóxico calor conocido. Allí, dominando el valle, pienso en el hombre primitivo y su lucha por la supervivencia, en los días iguales de disputar el mundo a las fieras y los elementos y la noche y el miedo. Allí todo vuelve a ser hermosura. Después de la fuente de cavadores el camino se aplana y la roca desnuda deja lugar a una suave senda de tierra fina a cuyo extremo cae a cuchillo la garganta que nos separa del pico Almanzor, desafiante mole gris angulosa. A la derecha, como cuenco de agua del deshielo, la laguna grande y abajo, en el pavoroso fondo, un riachuelo corre entre meandros hasta perderse de vista. La alegría salvaje de haber llegado, el premio, el abrazo que se postergó hasta ese momento y mira, mira, míralo todo, emborráchate, te das cuenta. Así es la vida.
A la vuelta, nuevamente cerca de la fuente de cavadores sucede el milagro. Un rebaño de cabras montesas abreva en la fuente y pide comida a los excursionistas. Ahí vuelvo a ser un niño de golpe y entre la ilusión y el susto de la ilusión me acerco, nos acercamos, disparando fotos cuidadosamente, conteniendo la respiración cuando chocan sus magníficas cornamentas en una coreografía poderosa y sonora.
No lo creerán, pero al final de la rampa, cuando ya éramos dos sombras que bajaban de la mano, apareció una silla de mahou cinco estrellas, un chiringuito de madera, un par de cervezas saboreadas como nunca y un cansancio feliz.
Y qué más quieren que les cuente, les podría hablar del bar Drakar y su carne extraordinaria, de un plato de queso y dos cafés gloriosos, cortos y contundentes, les podría hablar de muchas cosas, pero al cabo sólo importó una: allí fui feliz, conocí un estadio de alegría pretérito, inmediato y poderoso. Allí dejamos una fortaleza a la que volver si el cielo se abriese de par en par mañana.
Una humorada nada inocente

miércoles, 17 de septiembre de 2008
Si de protestar se trata

martes, 16 de septiembre de 2008
Elogio lisérgico del fundamentalismo árabe

domingo, 24 de agosto de 2008
Verde que te quiero verde
Sucedió esta mañana. Tomaba cervezas con la Morena en El Canari, el gris metálico del mar se punteaba de blancas velas livianas, el camata de los tatuajes talegueros palmeaba por curdas y a nos dio por acordarnos de la residencia de estudiantes que compartieron García Lorca y Salvador Dalí, de la amistad de ambos con Buñuel, de su rechazo snob al entrañable muchacho Miguel Hernández (...y a las cavilaciones estas sienes). De García Lorca dijimos la elegancia, el talle de junco, el decir redondo, la jugosa delgadez, el tropo aéreo, el navajazo frío y la varita de Camborio.
Disfruten ahora de esta versión de Verde a cargo de Manzanita. Ahórrense las prevenciones, deshagan el mohín, aflójense el nudo del prejuicio y desespérense de belleza. No se puede cantar de otra manera.
martes, 29 de julio de 2008
breve suspenso de la ausencia

He estado ausente de la vida bloguera varios días (no llevo la cuenta) y a punto he estado de colgar el cartel de "Cerrado por felicidad del jefe", pero sucede que estoy de vuelta y bueno, una pantalla luminosa es tan mal analgésico como cualquier otro.
Han sido intensos días de sol, de mar, de remos, de árboles hasta donde alcanza la vista, de viento fresco, de amigos, de patadas al reloj, de chiringuito, de mis perros, de largas horas vagabundas de lectura, incluso en un ataque de adolescencia imparable, de tirarle a un periódico viejo con el rifle de balines que me trajeron los reyes unas lejanas navidades de sillas de cuerda y bocadillos de longaniza en el camino de cemento. Mi puntería continúa intacta - está feo que yo lo diga -. Tampoco les confesaré contra qué columnista disparaba.
Ahora no sé que hacer. Sé lo que debería hacer, pero no sé que hacer con las fuerzas que concurren. Al cumplir los dieciocho me entusiasmaba la idea de la ciudad. Ahora quiero volver. No sé si me aburriría, tal vez sí. Pero aquí, metido en setenta metros cuadrados, me subo por las paredes. Pienso en bajar a la calle y tampoco. Allí no hay árboles y no se ve el mar. No sopla el viento. Nada. Se me pasará con los días, eso seguro, pero de momento es lo que hay.
Basta de gori-gori. Eso, que ya he vuelto. Que se pasen por aquí cuando quieran. El mesonero anda triste, pero pronto volverá la jarana a esta Constantinoble itinerante.
Salud.
lunes, 21 de julio de 2008
Diafebusando en Constantinoble
El caso es que ustedes jueguen, jueguen, que decían las abuelas. A fuerza de asomarnos a nuestro personaje bloguero podemos olvidar de qué lado del cristal vivimos realmente. Miren si no. Aquí me tienen, en Xàbia, mi Constantinoble perpetuamente asediada, con las armas de Diafebus, con el emblema del crucificado en la capa, con una espada de mandoble al hombro y a la derecha de mi padre. Así marchamos cada año en el reino de los cielos.
La foto es de la Morena, que como manda el canon, me calzó las armas y esperó a que volviese de las cruzadas...tomando una cerveza en la terraza del bar. A la vuelta yo no había ganado Jerusalén, no había ceñido los laureles ni ningún viejo emperador me había exaltado a la capitanía de sus huestes, pero cómo me divertí señores.
Tomen nota amigos, vaya con cuidado Forlati no se vaya a transustanciar en pulpo. Vaya con cuidado Ítaca, no se vuelva isla en medio del mar. Ojo avizor Vicè, que le veo con traje rayado tanteando la beretta en el bolsillo de la chaqueta antes de entrar al hall del hotel. Vigile morena maga que no acabe removiendo sapos y echando pizcas de rayadura de cuerno de unicornio. Prudencia Nota, no derrame la leche de los vasos y usted JR, afine bien las cuerdas y engrase la veleta por si le toca buscar respuestas en el viento. Cuídense o su personaje les acabará dando un susto de muerte a la vuelta de cualquier esquina.
Salud!
lunes, 14 de julio de 2008
Una lectura amable
lunes, 7 de julio de 2008
Sanseacabó

Después de 16 meses mi periplo como guionista de Conta Conta parece que toca a su fin. Llegué huyendo de la radio, ilusionado ante un reto que se prometía de primera magnitud y que al final, como siempre, no fue tan grave. Llegué y el primer día me senté a escribir como si me persiguiera un tigre, apurando cada minuto como si fuera una sandía jugosa, dejando que su líquido se me escurriese por la comisura de los labios, apurando hasta las heces cuantos cálices se me presentaron. De esta etapa dejo algunos amigos, un puñado de buenos ratos, un grupo humano extraordinario y la certeza de que sí, que se puede, que con un poco de cabezonería es posible ser guionista. Los últimos meses, para qué engañarse, han sido difíciles, muerto el estímulo inicial y sin perspectivas de continuación me dediqué a pairar con desgana frente al ordenador, eructando alguna pieza cada varias horas que postergase el momento de mi despido - si alguno de mis jefes lee esto que lo entienda como una licencia literaria, que yo me he esforzado mucho y he hecho las cuentas sin borrones y jamás me acosté sin rezar mis oraciones, señor juez - . Parecía uno de esos futbolistas viejos y gordos que se tiran al suelo antes de que los toquen, que se bajan las medias en señal de cansancio, que se pegan a los centrales para que no les pasen la pelota y que darían la virginidad de su primogénita a cambio de que el árbitro clausurase el sufrimiento. El problema no tenía que ver con la naturaleza del trabajo, aclaro, era exclusivamente mío. Digamos que el momento que estoy pasando - mierda de exhibicionismo bloguero - no es el mejor del mundo y un trabajo en el que la materia prima es la capacidad de abstracción te puede alojar en el cielo o en el infierno con la misma facilidad.
Basta.
Me he divertido. Mucho. Pero todo lo bueno se acaba, así que entre hoy y mañana las puertas del paraíso van a gemir sobre sus goznes y se van a cerrar durante largo tiempo con un estrépito como de accidente de trenes. Extrañamente no tengo miedo. Me excita la inminencia del cambio igual que me ponían cachondo los primeros días de cole. ¿Cómo serán mis nuevos compañeritos? ¿Qué libros tendremos? ¿Será ésta mi clase? Caramba, espero que sigamos jugando al fútbol en el patio. Me gusta la idea de tener que volver a empezar, de revisar todo lo que hasta ayer parecía eterno e inventarme de nuevo ( ya ya van...)
Tengo mucho que agradecer, también. Supongo que no es fácil confiar en un alguien con mi cara de despiste, con mis silencios tímidos (que más de una vez los han confundido con la soberbia) y mi escasa habilidad social. También tengo deuda de gratitud con correctores y compañeros que me hicieron guionista y me mejoraron la dipsomanía. Confiaron en mí - angelicos - y fui feliz.
No sé que deparará el futuro, pero sea lo que sea, me gusta de antemano. ¿Cómo será el paro?
¿Será verdad que es como el limbo y que el cuerpo se resiste a amanecer antes de las once? ¿Llevaré a cabo alguno de mis proyectos eternamente aparcados?
En fin, ya les cuento.
martes, 1 de julio de 2008
Calle Espinosa

Es un relato, como verán, que de algún modo me emparenta con BT y que se empeña en amasar el mundo como un solo lugar.
Estuve trabajando varios meses en la calle Espinosa del Cap i Casal, una vía estrecha e incómoda, perpendicular entre Guillem de Castro y Fernando el Católico, paralela a la plaza de Rojas Clemente (ilustre titagüense a quien desconozco con todo lujo de detalles). Días iguales la estuve embocando con el mismo paso distraído, con idéntica mirada coqueta y disimulona a las vidrieras de las oficinas que me devolvían la cabeza de pájaro, el desorden redondo y blando del pelo, el paso corto, el péndulo caviloso de las manos, la mansedumbre de la hora, el frío, las mejillas, el cálamo negro de la barba, las nubes, el movimiento sordo de los labios en disputa. En las paradas a fumar la gustaba de punta a punta, le maldecía las obras y me acercaba a ver los trenes en el escaparate de la tienda de maquetas a la que nunca entró nadie. A eso de las seis soñaba que esos trenes me llevaban a otro tiempo y otra lluvia, soñaba con maletas de cuero y fieros gendarmes, con praderas de paso cinematográfico, verdes, con el sabor de la menta y el pan, soñaba con pistolas de una sola bala y ventanas trizadas y bares y escaleras de hierro y qué se yo. Otras veces pilotaba stukas alemanes o peinaba las dunas del desierto a trompicones en la cabina de un Suzuki. Invariablemente volvía a escribir. Inútilmente abría la puerta de la oficina despacio por no espantar los posibles espejismos, la selva frondosa y el lago. Siempre la misma luz de autopsia, los ordenadores y los compañeros repetidos como fichas de dominó. Las postales de los lugares que nunca vio nadie. El tiempo.
Pero fue después que supe que esa calle me conocía desde hacía un siglo. Que ya había olido mi sangre. Que me corrijan los que saben (si leen esto) pero la cosa fue más o menos así:
En la calle espinosa mi bisabuelo tuvo un horno de pan. Cada noche entraba al obrador para tener el pan listo con las primeras luces. En aquel tiempo la tienda de maquetas no existía y faltaban varios años para que los stuka aterrorizaran Europa con su trompeta de Jericó. Tal vez sus sueños de huída eran más cercanos, tal vez era un tipo feliz que se complacía con tener un oficio y comer caliente. Lo imagino lleno de harina, abundante el pelo, legañoso, flaco. Lo imagino un tipo divertido y charlatán, marrullero, tramposo, fanfarrón, buena gente. El caso es que un día entró a comprar el pan una chica joven y el joven bisabuelo colgó el cartel de Cerrado Por Fiesta Mayor. Detrás del abrigo de lana y de los botones nacarados, debajo del mango del paraguas y el pelo recogido, parapetada en una sonrisa de labios prietos, acababa de aparecer mi bisabuela. Seguramente no fue así, pero no importa. Se hicieron novios a la manera clásica, así que tardes de mesa camilla y besos robados, así que bailes, así que un panadero no se va a llevar a mi hija ¿estamos? El suegro, claro. A éste me permitirán que lo imagine calvo, lustroso, hierático; que le ponga quevedos, ilustración y milicia. Mi bisabuelo recorrió esa misma calle Espinosa pensando lo mismo que yo pensaría cien años después poniendo mis pies sobre sus huellas: Y esto de la vida ¿cómo carajo se hace? El tipo colgó el mandil y requirió los bártulos, cambió las rosquillas por el derecho romano, el trigo por los legajos, las noches de fuego, por las noches de papel. Se nos hizo leguleyo, se casó, tuvo hijos. En esa misma calle Espinosa, del esfuerzo de un panadero, nací yo.
Por eso cada vez que giro la esquina para comprar tabaco, cada vez que esquivo el enrejado de sus obras o que salto para evitar la embestida del autobús, pienso que allí están mis primeras huellas. Que llevaban cien años esperándome para contarme una historia de hombres valientes que también soñaban con escapar.
Probablemente hoy mi concepción del valor sería distinta. Jamás me plegaría a los deseos de un tipo como el suegro de mi bisabuelo, pero entiéndanlo; el panadero, el jodido panadero, apretó los dientes y consiguió lo que quería.
domingo, 29 de junio de 2008
Vivir bonito

jueves, 26 de junio de 2008
lunes, 23 de junio de 2008
Sí, amigos, eran ellos
Acabo de descubrir cómo carajo se adjuntan los vídeos. Bien, esta es una canción que hacía años que no escuchaba, pero que a cuenta de las últimas astracanadas en el mercado de mi compadre Vicè, me ha vuelto a la memoria. Ustedes saben. Usted sabrá.
Salud!!
viernes, 20 de junio de 2008
Los Decapitados

miércoles, 18 de junio de 2008
Nos vemos el domingo

domingo, 15 de junio de 2008
NYC-Tijuana (II)
miércoles, 11 de junio de 2008
Una de radio

lunes, 9 de junio de 2008
El deseo de Miroslava

miércoles, 4 de junio de 2008
Exilios

Elijo Islandia para mi huida. No como lugar para quedarse, porque escapar es una vocación, pero sí para realizar el supremo acto del portazo. Chau Valencia, ahí se queda con sus cosas, sea buena, vigile los triglicéridos y las banderas, no cruce en rojo, sobre todo no cruce en rojo y respete a las damas que desmayan sus pasos como pinceles, a los varones que son Atlas de su barriga, a los niños que mañana le cumplirán escrupulosos el odio. Ahí se queda ciudad. Le dejaré una luz encendida por si teme a la noche. ¿No? Tal vez debiera.
Elijo Islandia, sospecho que el nombre es fruto de una torpe traducción de intuición fonética de Iceland, tierra de hielo. Elijo arribar como los Vikings en un barco precedido de dragones. Elijo el tacto del hierro en mi mano. Elijo un pueblo pequeño, junto al mar. Elijo una barca, una casa pequeña y cálida en dos alturas con ventanas al fuego y al agua. Elijo bajar cada mañana a pescar.
Sin estar he recorrido ya esas calles. He caminado contra el viento con las manos en los bolsillos y el tronco vencido hacia delante hasta llegar al bar. He tomado sus licores duros y he visto follar a los caballos salvajes en un instante y un alba que no concluyen. Islandia. Pero ¿Islandia para qué? Islandia está igualmente poblada de espejos.
lunes, 2 de junio de 2008
La cretina comedia hace saber

Urge reunir a la cofradía en la ciudad de Alicante. La propuesta es la siguiente: cena en La Marmita (http://www.lamarmita.es/). Un local de buena cocina - y precios accesibles - que además tiene el buen gusto de conservar la costumbre del reservado. No nos merecemos menos, proclamo. Posterior visita lúdico cultural al barrio de Santa Cruz con loas a la virgen del Carmen, excomunión y justa poética, desembarco en el Barrio, cubateo feroz, reparación en catorce versos del mundo y aledaños (para ello usaremos el estrambote, esa excrecencia) y pensioncita canalla para pasar la noche. ¿Qué dicen al respecto?
Nota: nacimos sin carta fundacional, pero de haberla redactado algo muy feo y muy grueso se hubiera dicho a cerca de la negativa al llamado de la aventura.
Salud!
(y perdón a los visitantes esporádicos por lo endogámico del texto)
domingo, 1 de junio de 2008
Atardecer en una ciudad dormitorio

lunes, 26 de mayo de 2008
Tranquilos, sobre todo muy tranquilos

domingo, 25 de mayo de 2008
Para un domingo, vale

He respondido las ciento sesenta y tantas preguntas del eneagrama un par de veces con resultados no del todo coincidentes. Una característica, sin embargo, se mantuvo: los pertenecientes al número concreto (me reservo cuál) tendemos a imaginar conversaciones que nunca se produjeron. Tal vez así se explique que desde niño hable solo. A veces moviendo los labios. A veces gesticulando ostensiblemente cuando estoy solo.
Dos de mis últimos enfados, y aquí conecto con los temas abiertos en la blogosfera circundante, tienen que ver con la prensa. Leo en el diario Marca la siguente declaración entrecomillada de Ronaldo Nazario da Lima: "soy heterosexual y nunca me he drogado". El periódico introducía este antetítulo: "Explicatio non petita..." Ya saben, ese latinajo de excusa no pedida, acusación confirmada. El rotativo transmitía una declaración y titulaba con un postulado moral: lo que ustedes van a leer es mentira. Dos cosas. Si tenían la certeza de que era mentira, jamás debieron publicarlo. Por otro lado, con qué derecho se presupone que el protagonista falta a la verdad. Es especialmente significativo el hecho de que la confesión tuviese que ver con las drogas y el sexo. Marca se erigía en baluarte hostil de la recta moral. Señalaba a la oveja negra (otrora deidad mayor de su firmamento económico), la despellejaba, la yugulaba.
El otro caso es el del austriaco - no recuerdo el nombre, me da pereza buscarlo - que violó a su hija durante 24 años en el sótano de su casa. Casi invariablemente los medios de comunicación hablaron de él como "El monstruo" y se refirieron a su delito con adjetivos valorativos como "horrible, monstruoso, atroz, espantoso..." ¿Porqué? La información debería eludir cualquier tentación moralizante. Debería dar los datos y dejar que, en función de los mismos, el receptor adjetivara para sí la historia como creyese oportuno. Yo puedo creer que se trata, efectivamente, de una actitud abominable, pero me niego a que ningún medio de comunicación me diga cuál ha de ser mi escala de valores. Corremos el riesgo de hacer dejación de nuestras responsabilidades más importantes. Si admitimos que un medio de comunicación nos eduque en qué es horrible o no, mañana podremos asumir que esta palabra acompañe, por ejemplo, a la derogación de un trasvase.
Y una reflexión más: veo en youtube - enlace cortesía de Enzo Vucciria - la entrevista de la 2 de televisión española a Andrés Calamaro. El argentino, después de la mamarrachada de Eva Hache, trata de estar más locuaz, de buscar su versión más lúcida. La sensación que me quedó fue la de ver a un niño. Defendía su canción "te quiero" diciendo que nada de naïf, que cuando habla de "me dejaste el florero" habla de un florero lleno de cocaína. Que cuando canta "me dejaste la ceniza" es la ceniza que se usa para fumar coca base. Me pareció ridículo. Algo así como gritar "eh, oigan, que yo soy muy malo y muy underground y muy del otro lado y muy oscuro y bla, bla, bla"
Si un poeta ha de ponerse a explicar sus versos, y además de ese modo...es que ha llegado el momento de dejarlo aquí.
Buenas noches, camaradas de aquí y allí.
miércoles, 21 de mayo de 2008
Pequeño dios involuntario

Es un cuento escrito desde fuera de la historia de la humanidad. Es el relato del primer minuto sin el hombre sobre la tierra. Un parpadeo arrasa las pirámides.
A mi me gusta pensarlo así. Pensar que todo esto es una broma. Vivir sabiendo que soy el sueño de un bicho cualquiera y que entonces ¿porqué carajo iba a asustarme? ¿Porqué no dar un grito cada cinco árboles o entrar a la pata coja a los juzgados o regalar mierdas recién depuestas a los obispos?
martes, 20 de mayo de 2008
Propuesta de debate
jueves, 15 de mayo de 2008
Urgente primavera por la espalda
