lunes, 14 de julio de 2008

Una lectura amable


Hace un calor húmedo que derrite hasta las ganas de respirar. Cada palabra escrita cuesta paletadas y paletadas de un cieno que se amontona humeante a la espalda. Así que algo ligero, suave, un perfume de menta a esta hora, una bebida fría, reconfortante como unas sábanas limpias.
Leo a mi vecino Forlati y aplaudo su recomendación de esta semana que empieza; leer a Pessoa es una experiencia terapéutica, algo así como levantar la vista con las ansias aplacadas, un hundir las manos en el calmo río para aprender su calma, un mano a mano crepuscular con lo dioses que nos olvidaron juntando rosas. Pero puede doler, como toda experiencia lúcida. Debe doler incluso, sólo así nos sanará. Esta tarde estaba pensando que escribir, más que un esfuerzo intelectual, es un trabajo sentimental. Cualquiera puede cumplir con los rudimentos de ladrillo sobre ladrillo, ladrido sobre ladrido, pero ésas son ramas secas, uñas de los muertos. La diferencia anda en otro lado. Por eso a veces nos cansamos y no es la cabeza sino el pecho.
Bueno, basta. Contra tanta gravedad, atendiendo a que es verano y canta la calandria y le responde el ruiseñor (cosas del cambio climático) les recomiendo a Álvaro Cunqueiro, concretamente su libro Merlín y Familia, que es el que llevo conmigo estos días. Conozco a alguien que dirá, sí cabrón, muy bien eso de ir recomendando cosas pero ponte a hacer la jodida reseña, perro. Glups, acto de contricción perfecta, que decían los curas de mi infancia.
Cunqueiro nos devuelve a nuestro estado lector primitivo, de pronto somos niños y escuchamos fascinados que Don Merlín y Doña Ginebra se mudaron a un caserío en la selva de Esmelle. En esa casa del norte de Galicia un paje adolescente levanta acta de los prodigios que su amo ejecuta cada día, requerido por los viajeros más fabulosos: tres hombres de iglesia que necesitan arreglar tres parasoles - uno convoca el sol los días de lluvia, otro da el don de las lenguas, el tercero prende el día en mitad de la noche más cerrada sólo para quien lo porta-, un diablo que convirtió a una infanta de irlanda en cervatilla para poseerla, un emisario de un ejército perdido en mitad del desierto que anda requiriendo el camino de quita-y-pon - cierta tela que puesta sobre el suelo transporta a quien la pisa donde desee -.
Es un bestiario mágico, una recopilación de leyendas, historias que tienen la sola y difícil virtud de hacernos felices mientras las leemos.
También es una fiesta del idioma. Cunqueiro es un alquimista del castellano sin llegar al barroquismo ni hacerse difícil. Es elegante y exacto, como un mago que se complace de vez en cuando en sacar un conejo de la chistera y convertirlo en ramo de flores o paloma cuando aún andábamos convenciéndonos del prodigio inicial.
Leer a Cunqueiro es hablar con un hombre sabio, tranquilo, divertido, culto, bondadoso.
Lean a Pessoa, claro, pero cuando se cansen de sufrir, marchen a la selva de Esmelle. Merlín sabrá como acariciarles el alma.
(La foto es de la casa natalicia de Álvaro Cunqueiro)

13 comentarios:

morena dijo...

Eres rotundo escribiendo, venderías cualquier cosa al mismísimo diablo, me alelas creidillo. Tomo nota de tu recomendación, larga lista y poco tiempo.....

Se te besa todo y más

Comtessa d´Angeville dijo...

Leer a Pessoa duele, sí...

¿Apunto a Cunqueiro en mi lista?

Me da que esta tarde acabo con los tres que compré la semana pasada y habrá que volver a la ciudad a por más...


Cuente cuente la historia que me ha contado porque es preciosa.

Anónimo dijo...

Oh, el gran Cunqueiro!!!
He disfrutado mucho leyéndolo. Las mocedades de Ulises es un libro tremendo. Y hay por ahí mucha recopilación de sus artículos publicados en El Faro de Vigo. Recierdo una especialmente porque me gustó mucho: "Papeles que fueron vidas".
Creo que donde mejor trabajaba era ahí, en los artículo de prensa brutalmente eruditos y extrañamente divertidos.
Las fotografías lo muestran como un señor siempre vestido de negro, con su infalible corbata y camisa blanca, un tanto pessoano por cierto.
No sé dónde leí algo de su ruidosa y habitual presencia en una célebre casa de putas de Mondoñedo, su pequeña patria.

Angresola

diafebus dijo...

Tengo las mocedades de ulises en una silla junto a esta desde la que escribo. Está ahí, tranquilamente dormido sobre una camisa por planchar. Después de su glosa no le voy a dar un minuto más de tregua.
Mi último entusiasmo viene a cuenta de "Todo Modo" de Leonardo Sciascia. Lo he acabado de leer esta mañana y me parece una novela demoledora bajo la aparente sencillez de la trama. Un relato inquietante, elegante, escéptico, erudito, con pinceladas de humor negro, surcado por personajes inolvidables. Una vez más Vicè movía razón. Aunque me cueste un debate, otro más, con Forlati, jaja.

Anónimo dijo...

Leí "Todo modo" en italiano hace bastante tiempo (No se crean: sólo he leído dos o tres en esa lengua). ¿Es ahí donde cuando describe no sé qué lugar menciona unos azulejos valencianos?

Angresola

Forlati dijo...

Escolte Diafebus, a soles diguí —en moltes reserves— q lo poc q no havia llegit de Sciacia no em tornava foll. Jajajaja.

Faça vosté el favor de seguir llepant-nos l'ànima en el seu verp prodigiós.

Anónimo dijo...

Precioso post. Cunqueiro es un escritor para el verano, para la ociosidad, para ir pasando páginas sin pensar en las circunstancias que nos rodean y en lo doloroso que es el mundo moderno y todo eso, sino para distraerse con historias que suenan a tiempos remotos, como el que escucha a uno de esos viejos dados a inventarse su vida a la mínima delante de los forasteros. En cada página de sus libros resume una historia, que a su vez esconde otra, e incluso a veces una tercera. Apunto desde aquí otro librín: "Las crónicas del Sochantre".

Vicè dijo...

Pessoa, Cunqueiro... se me acumula la faena. Como diría el poeta García Madero "todos los libros del mundo están esperando a que los lea"... Prometo antes del exilio en Québec que me pondré al día, liberado como estoy ya del yugo de New Jersey.

Queremos un post con verbo diafebusaire sobre crianza de patos y peligrosos niños de 130 kilos de peso.

diafebus dijo...

@Angresola: no, no es en este libro, pero le propongo un acertijo ¿En que novela sobre un deshabitado balneario suenan interminablemente en el fonógrafo "Valencia" y "Té para dos"?
El premio: una cerveza donde y cuando guste.
El resto de visitantes del blog también están invitados a participar.

Anónimo dijo...

Diafebus: ponga lugar, día y hora. La invención de Morel, de Bioy Casares. Es una novela maravillosa. Recuerdo que la leí poco antes de que le diesen el Cervantes al autor, y la recomendé a un par de amigos que aún me lo agradecen en paliques literario-alcohólicos.
Por cierto, su desmentido no me acaba de convencer. Puedo equivocarme, pero me dejaría cortar un dedo a que es en Todo Modo donde aparece lo de los azulejos valencianos. Creo que el libro lo tengo en casa de mis padres. Lo voy a mirar.
Un abrazo.

Angresola

Anónimo dijo...

Niño: Sí, Las Crónicas del Sochantre es un libro fabuloso. Quizá lo mejor de Cunqueiro. Todo lleno de espectros con el fondo de la Revolución Francesa. Divertido, poético y erudito. Vamos, Cunqueiro puro. Muy acertada recomendación.
Y muy buena reivindicación, Diafebus.
Abrazos.

Angresola

diafebus dijo...

Plas, plas, plas, premio para el caballero Angresola. Cuando guste será un placer satisfacer la deuda. Por cierto, anoche ataqué las mocedades de ulises. Sin palabras. Pura delicia.

Forlati dijo...

Mira Angresola, qué tio!!! Pareix Funes el memorioso. Quina enveja de memòria.