jueves, 18 de febrero de 2010

Los soles negros

Cerrar la boca, pasar de largo, mirar a hurtadillas, no hacer más que actos de ausencia astutamente espaciados ha servido para algo: de entrada para que JR, buen muchacho pronto a la revolución del pan de los abrazos, se invente una mitología extraña sobre lo que fueron los tiempos de la cretina hecha verbo y contador de visitas. Viste la carne enjuta del viejo tusitala y se lanza a las colinas a contarle a los niños historias de otro tiempo. Los cretinos ¿no oyeron hablar de los cretinos? Sentaos en corro, sacad del zurrón pan y queso y escuchad, porque he de hablaros del oro de un reino perdido. El problema, lo que no ignora el buen tusitala, es que los niños que le escuchan, son los protagonistas de aquella historia que, honestamente, no fue para tanto. A los niños-viejos les hace bien, no obstante, escuchar en buena prosa el relato de lo que no sucedió, la vindicación de unos textos cuyo valor, ay, fue el método.

En lo alto de las montañas grises se sigue escuchando el estrépito de las cornamentas de los viejos machos siempre en berrea. Angresola y Forlati insisten e insisten, topan y se admiran, echan humo blanco por los belfos, se encaraman a la roca del recuerdo, firman bellas postales de cabriola y corren al centro del valle a encontrarse de nuevo en mitad de un trueno.
Al otro lado del mundo, la comtessa, persiste en los modos de la sirena y canta roqueríos afilados y carne alada contra la que se astillarán los barcos.

De este lado la Morena retrospecta que da gusto. de aquél Baidal baidaliza. Y Vicé se hurta del don y apaga las luces.

Decir que la cretina no escribe es como llorar porque la cena se acaba cuando aún estamos en el primer plato. Pero así somos, supongo, seres manchados de fatalidad que viven para el recuerdo. No anticipamos la tragedia por nada en concreto, muchachos, sólo porque, en el fondo, vinimos por la tragedia y ya andamos con ganas de un buen fracaso que llevarnos a la boca. Un epitafio contante y sonante que hacer rodar sobre la barra.

Así que de momento no agüen el vino que no es para tanto. Casi nunca es para tanto.

miércoles, 20 de enero de 2010

El libro de Manuel, fragmento


"La violencia-hambre, la violencia-miseria, la violencia-opresión, la violencia-subdesarrollo, la violencia-tortura, conducen a la violencia-secuestro, a la violencia-terrorismo, a la violencia-guerrilla".


El texto se comenta solo.

martes, 19 de enero de 2010

En casa de Jaccard


Consultado internet, contada mi deficiente interpretación de la lengua francesa, y descontando otros rigores, concluyo que Roland Jaccard sigue vivo. La información no tiene nada de particular, hay mucha gente que sigue viva, aunque parezca increíble. Yo mismo, a ratos, creo estarlo.
Igual debería escribirle ahora mismo a Roland Jaccard, hacerme pasar por un encendido admirador suyo, mejor admiradora, mejor rica admiradora, mejor soltera o viuda rica admiradora, y conseguir su dirección; subirme luego a un avión y plantarme frente a la puerta de su casa, esperar paciente a que me abra y, entonces, estamparle una sonora bofetada con la mano abierta. Luego sólo quedaría guardarme el arma rudimentaria aún caliente en el bolsillo y largarme por la acera, silbando, mientras a mi espalda suenan las atropelladas protestas del escritor francés. Mucho merde alors y sacrebleu – aunque la portadora del manto no sea nada de ese señor tan distinguido y tan culto ni mío – y llegar entretanto a la esquina, a esperar que la vida se parezca por una vez a las películas y aparezca un taxi justo cuando es preciso.
“La enfermedad es la única obra de arte pura a la que puede aspirar el hombre”. Si se piensa bien es para volver y practicar una segunda bofetada en la cara de Jaccard. Estar enfermo no tiene nada que ver con el arte. De hecho estar enfermo y saberlo es de las cosas más jodidas que puede haber. El arte es otra cosa que no se parece a esta invalidez para lo cotidiano maravilloso, a esta angustia que no cede a la tisana ni a la lectura, que me saca de la cocina por nada y me parcela el tiempo en periodos de dos minutos entre los que se abre una misma falla vibrante. O mejor dicho, es terrible suponerse enfermo, asumir que el cerebro no es capaz de diagnosticar su propio funcionamiento, girar los ojos al torrente de la sangre y calibrar su pureza o penetrar la trama de los músculos para detectar el trabajo que ya ha hecho la muerte.
La frase de Jaccard sólo sirve si uno es un redomado cobarde. Porque entonces estar enfermo sirve para excusarse de no hacer nada y poder vivir ya de una sólo en el plano de la potencia, de lo proyectado. Traducido: tengo una idea excelente para un negocio, pero no lo pondré en práctica, es que estoy enfermo. Convendremos que para ciertos espíritus esa exclusión de la posibilidad del fracaso puede ser muy confortable.
Para estos casos la literatura no sirve. Cuando la ciencia dice que no, es mejor no perder el tiempo con las pequeñas esperanzas que ofrece la poesía. De hecho es mejor no fiarse en absoluto de la poesía. La ciencia ofrece su diagnóstico sin pasión, se centra en el individuo y se ciñe a sus circunstancias exactas, sin añadir ni quitar nada, sin importar que el doctor la noche anterior se haya descorchado un par de botellas y haya estrellado la última contra el vestidor donde aún cuelgan, como banderas derrotadas en la vitrina del British Museum, ciertos vestidos de noche con pedrería de la que por la mañana vendrá a liquidar. A pesar de todo esto, el doctor verá blanco y como no le importa dirá blanco, como no tiene vocación de crear dirá blanco, como tiene ganas de irse a almorzar dirá blanco. El poeta jugará sin embargo sus sucias tretas y se enredará en esperanzas o pesimismos que son solamente los suyos. Si el poeta dice aguante joven, dice aguante al joven que ya no es. Si el poeta dice está usted muerto, aunque sea con metáforas de funambulistas y cáscaras y rosas (Dios nos libre) estará rellenando el atestado de su propio accidente. O en todo caso, si es de los buenos, acertará con el diagnóstico, pero lo cargará de interpretaciones. Oh, está usted gravemente enfermo, pero note, note esta dicha crepuscular. Sospecho que la lista de los abofeteables tiende a infinito. Mejor que el taxi me lleve de vuelta al aeropuerto. Aunque me den miedo los aviones. Casi tanto como la enfermedad.

domingo, 17 de enero de 2010

Domingo


Domingo de zapatillas de paño y tres periódicos, de boquerones que la Morena enharina con el jersey por los codos, pequeños libros plateados que unen con un pasado de cacerolas rojas y viernes de cuaresma, haikus de vientre pardo y enseñanza larga, cardumen mínimo que salta cantando al fin de la noche.

Tarde de recordar que ningún hombre de letras puede no gustar de Quevedo, orgullo pueril de que me guste Quevedo, de indagar en vano el vasto google en busca de un cuento que me refirió una vez Mor, quiero pensar que en el banco de un cementerio, aunque la probabilidad de que la imagen, por evocadora, sea real es casi nula.

Siesta de pensar que si nos hacemos una herida jugando es un drama y que ese discreto punto de sangre en la espalda es escándalo, madre, venda y mira que si te quedas tonto. Pero si fuera una lucha a espada en las Hébridas, si caída del caballo y giro sobre la escarcha para evitar una estocada final, entonces la herida es buena suerte, es amigos que suspiran felices y coraje para rato. La herida es la misma, pero el juicio cambia por una cuestión de probabilidades distintas. En la siesta se suelen pensar cosas sin hilo ni moraleja. A veces en noches lluviosas en la boca de una cueva con la capa empapada sobre los hombros y las manos en una escopeta de dos cañones paralelos, mientras, detrás de los árboles, aúlla el lobo y repta el enemigo. No se crean, son ficciones felices. Un símbolo del sueño como tregua.

Y tarde de recordar que venga lo que venga, difícilmente vendrán cumbres más espléndidas que las del viernes. En el Slaughterhouse, todos ustedes me hicieron, con su alegría, inmerecidamente feliz. Luego, con treinta y dos copas de más, esperé a las puertas de Ruzafa a que el café surtiera efecto y a que el aire de la mañana me salvara. Después llegué a casa, encontré una carta extraña en el buzón, hice acopio de tabaco y alimentos con la Morena y hasta ahora.

Hay domingos en que sucen cosas así. Y son hermosos.
Nota: ¿Qué porqué un barco para ilustrar el texto? No me hagan explicar según qué cosas a estas alturas.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El discreto encanto del desamparo


Los enemigos dejan de tener gracia cuando la ira que nos provocaban se vuelve ternura. Entonces todos los agravios, las recíprocas violencias, las conspiraciones, todo, se tienen que resolver en un abrazo avergonzado, en una última mirada cargada de adioses y sirenas.


El Follonero entrevista, dialoga con Federico Jiménez Losantos en la fiesta de veinte aniversario de El Mundo. Su último encuentro abundó en fintas y mojadas de trazo grueso. Eran búfalos fuertes. Retumbaba la pradera. La de hijos de puta que tengo que aguantar, sonrió Losantos. ¿Lo dice por mí? retó el Follonero. No, ¿cómo puedes preguntar eso? confirmó el riojano. Entonces Federico era la voz franquicia de la COPE. Nada escapaba a su inteligente malicia. Daba igual que fuese la previsión del tiempo, el estado del tráfico o una sesión de control al gobierno. Federico arrastraba sus erres timoratas entre descalificaciones, astracanadas y otros artefactos bóricos. Era la España inmortal dando cera, zurrando la badana, contando las costillas, ganando, de nuevo ganando y poca broma.


Desde su lado del ring, la Sexta montaba sus baterías comerciales. Queremos una televisión que embrosquile al consumidor alfa para cuando se ponga el próximo sol, decía Jaume Roures, y así tendió una cabeza de puente en la carismática figura de Jordi Evole, un guionista reconvertido a actor y amamantado en los abundantes pechos del Terrat.


Eran buenos broncos tiempos. Días de héroes y sangre. Pero el tiempo pasa y los antagonismos que nos ayudan a vivir desaparecen. Perder a un enemigo es peor que perder a un amigo o a un amor. Si tus amigos y tu parejan te traicionan siempre te puede quedar el áspero consuelo del odio, pero, si un enemigo te deja ¿entonces qué? Entonces nada, entonces bajar la mirada, entonces las puntas de los zapatos, la mano en el bolsillo, te veo estupendo, sí, yo también te... bueno me esperan por allí. Adiós.


Federico ya no es Federico. Le pegaron un sotanazo y fuera de la Cope ya no es Federico. Tampoco en El Mundo, aunque cultive la figura del outsider ahora que Pedro J y Zapatero mojan las tostadas en champan en una cama de hotel. Federico está solo. Peor que solo. Le acompañan sus recuerdos, la nostalgia de una grandeza que no llegó a suceder. Siempre le querremos don Federico, dijeron los suyos, pero era mentira. Por lo menos lo sabían.


El reencuentro entre el Follonero y Losantos ha sido la encarnación de la tristeza. Federico es más bajito aún que Jordi, y se abarloaba a él como un niño, se quería cerca del brillo de la cámara de La Sexta. Junto a él pasaron el ministro Sebastián, Zapatero y Pedro J. Lo miraron como al cuñado borracho que vomita en la puerta luego de la cena de Nochebuena y nos da asco porque sabemos que dormirá solo en una habitación sucia llena de pañuelos con semen acartonado. Los tres se fueron riendo. Se fue el Follonero después de abrazarlo. Federico se permitió un último capotazo desmayado. Al otro lado del arco de seguridad la fiesta abría su cola de pavo real para los nuevos amigos.


Losantos seguía sonriendo. Sin entender muy bien quién era ahora. Ahora que ya no era más un enemigo. Ni siquiera un enemigo.

lunes, 15 de junio de 2009

Más tonto que una ortiga


Lo que Marx no sabía es que el colapso del capitalismo vendría de la mano de tipos tan poco sospechosos, a priori, como Joan Laporta. Lo que yo no sabía es que Pedro Muelas alcanzaría en público tales grados de abyección intelectual y moral.


Caso Cristiano Ronaldo. El Real Madrid desembolsa 94 millones de euros y se hace con los servicios de un jugador de fútbol. El Manchester cobra 94 millones de euros y se deshace del tal jugador. Y el apocalipsis. Joan Laporta se descuelga con algo parecido a que la gestión económica de Florentino Pérez es imperialista. Pedro Muelas, en la ortiga, se descuelga con una comparación de parvulario entre las necesidades del tercer mundo y el gasto del Real Madrid. Como telón de fondo la crisis mundial y la supuesta irresponsabilidad de gastar tanto dinero con la que está cayendo acá y acullá.


Un par de reflexiones rápidas. Si la empresa X - pongamos una eléctrica - adquiere el 47% de la mercantil Y - pongamos una cementera - por 100 millones de euros no sólo no es imperialista y obsceno en tiempos de crisis, sino que es saludado como un movimiento a imitar, una inyección de líquido en el mercado que generará movimientos proporcionales a su alrededor, creará puestos de trabajo que generarán consumo que generarán impuestos directos e indirectos que generarán "brotes verdes" en la economía. ¿Me explica alguien la diferencia? ¿Me explica alguien la inmoralidad del asunto? De hecho ¿me explica alguien qué carajo hacemos hablando de moral? El capitalismo es inmoral e imperialista por definición, así que podemos poner en tela de juicio el sistema - y me parecerá bien - pero no que uno de sus actores observe sus reglas. El fichaje de Cristiano Ronaldo, rendimiento deportivo al margen, es un colosal movimiento financiero. De esos que reclaman los gobiernos cada vez que les ponen un micrófono delante y no se acuerdan de hablar del Falcon.


¿Es más inmoral gastarse 100 millones de euros en un futbolista que gastárselos en tres? El Valencia pide cincuenta quilos por Villa y, siguiendo la lógica de la ortiga, lo que debería hacer una vez ingresados es ponerse a construir escuelas en el Congo y financiar la lucha contra la malaria. Permítanme que ponga en duda que tal cosa suceda. Si finalmente el Manchester ficha a Villa por 52 millones de euros ese dinero se invertirá en paliar la deuda del conjunto Ché y con un poco de fortuna y sentido común en retomar la construcción del estadio. Un estadio completamente adecuado a moral según parece.


También se escucha estos días la siguiente reflexión. ¿Cómo los bancos dan préstamos al Real Madrid y no a los particulares, las pymes y tantos y tantos necesitados? En primer lugar parece que sólo se le preste dinero al Real Madrid. En segundo lugar los bancos lo que hacen es un estudio de riesgo (bastante laxo hasta la fecha y así nos vemos donde nos vemos) en base al cual deciden. Si un banco te presta diez es que va a ganar setenta. No es caridad financiera sino perspectivas de negocio. ¿No era tan urgente que los bancos tuviesen dinero y confianza para que todo volviera a rodar?


Volviendo al caso de Prensa Ibérica, grupo editorial al que pertenece el suprascrito de la ortiga, adalid del reparto justo de la riqueza. Supongo que no tuvo huevos a decirle a Moll que en vez de comprarse la 97.7 radio por un pastizal le diera el dinero a aldeas infantiles. Supongo. Aunque claro, igual es que yo soy un capitalista sin corazón y el peso de mi duro sombrero de copa me impide pensar.


Miren, si se trata de darle una patada en el culo a este sistema económico depredador, asesino y sin futuro, cuenten conmigo. Pero para hacer el gilipollas, no. Eso ya lo sé hacer yo solito. Y me sale de vicio.

miércoles, 10 de junio de 2009

Naturaleza Muerta


Votar en la Comunitat Valenciana o eres del PP o es un puto acto de fe. Y de fe ando escaso, en descubierto, en números rojos que no son tan rojos.


Descartado el Partido Popular por razones de incompatibilidad ética, estética, económica, religiosa y legal, repasemos el resto de alternativas.


El primer perseguidor, dizque a unas cuantas lunas de distancia, es el PSPV.

¿Qué cosa es el PSPV? A bote pronto un partido profundamente mediocre. Recuerda a esos equipos de fútbol que llegan desfondados al último tramo del campeonato y que no se sabe si defienden o atacan. Tiene un escudo con historia, pero esa camiseta lejos de ganar partidos encabrona y moviliza a la afición rival aunque sea por lo que pueda tener de amenaza atávica. También a esos boxeadores que se acostumbran peligrosamente a besar la lona y no se sienten seguros fuera de su horizontalidad vencida. Una cosa es la dignidad del derrotado que bla, bla, bla, y otra muy distinta ser un paquete. Los paquetes no gustan a nadie. No conquistan a rubias fatales cuando quiere amanecer y ya están cerrando y es agua el último hielo de la copa. Sólo asquean ligeramente al gorila que lo lanzará al asfalto mojado con una mueca de asco.

El PSPV debería definir una estrategia y cumplirla apasionadamente, a toda ultranza.

Si quieren hacer oposición destructiva, cojonudo. Pero entonces no hay que desfallecer hasta enviar al último oponente al infierno a bayoneta calada. Esa fue la estrategia de Aznar de principios de los noventa. Facilona pero efectiva. Ellos no saben. Les sirven el plato en bandeja (Gürtel, Fabra, Alperi, Orange Market, despilfarro, sanidad, educación, Rus y arriba España) y les falta diente.

Quieren hacer oposición constructiva, pues mejor aún. Entonces cada día ha de suponer un vasto esfuerzo por explicar cuál es su proyecto de sociedad, cuál su giro a la izquierda, cómo será la realidad un día después de que gobiernen. Lo que Anguita llamaba programa, programa, programa. Tampoco sirven para eso. Porque no tienen proyecto. Sólo miedo.

Cuando criticaron tibiamente la F1 el PP tronó ¿No queréis F1? decidlo. Y no lo dijeron. Callaron como putas por un puñado de votos. Cuando el VCF los acusó de enemigos del pueblo valenciano, callaron de nuevo como putas. Cuando el estatuto, callaron como putas y luego corrieron a llorar por su honra ultrajada. El problema del PSPV es que no pretende otra cosa que hacer lo mismo que el PP pero que la pasta acabe en su bolsillo. Con los casos de corrupción urbanística tres cuartos de lo mismo. Son los mismos perros y casi con idéntico collar. Hasta que el PSPV no deje de ser una cueva de tecnócratas flowerpower y se definan, hasta que no privilegien la sustancia a la imagen, hasta que no sepan qué carajo quieren hacer, no cuentan.


La siguiente formación es entrañable. Compromís, el paraguas raído bajo el que se mojan Bloc y EU nació muerta. Necesitaron meses para cerrar un pacto porque se encabronaban, creo recordar, por quién sería el número 3 por Alicante. Bravo. Stupendo. Era una formidable declaración de intenciones. En cuanto a las razones de Eu ellos sabrán. Divididos en Esquerra i País, los restos del ala fundamentalista y Projecte obert sólo necesitaban a la gente de Morera para acabar de pegarle fuego al gallinero. Ahora me cuentan que Gloria Marcos ya no se tiñe el pelo y no da conversación a los taxistas. Ella aniquiló a las voces críticas. Ella sabrá. ¿Y el Bloc? ¿Qué coño es el Bloc? En cuanto acaben de definir qué es para ellos el valencianismo político y cuál es su proyecto social y cultural entonces empezaremos a hablar. De momento niet.


Fuera del arco parlamentario coexisten diversas fuerzas políticas de distinto pelaje. A un lado la ultraderecha. Nada que comentar. Tápense la nariz y sigan caminando, por favor. Luego los colgados de los canutos, los antitaurino y el partido de los señores narigudos de más de cincuenta años que aprendieron a conducir con un seat panda. Estos no cuentan.


Al otro lado del ring, nacionalistas y regionalistas. ERPV que es un poco como el cuñado farsante de todas las bodas, el que ha venido a beberse la barra libre y a ver si le quita a bocados las bragas en el baño a Lupe, la camarera casquivana. UV, muerta. CV, muerta. ONV? Bueno, a parte del afecto personal que le tengo a Carles Choví tampoco su formación me ofrece gran cosa. De un lado un intento más bien timorato de superar el conflicto lingüístico. En el resto de materias... un segundo que me leo el programa y ahora vengo. Dan la sensación de ser aquel pirómano bombero que vivía en un pequeño agujero. ¿Recuerdan la canción? Yo sí.


Así que de cara a las próximas autonómicas lo tengo jodido. Muy jodido. Creo que necesito que venga Leire Pajín a aclararme las dudas.