jueves, 15 de mayo de 2008

Urgente primavera por la espalda

Un hombre pierde la mano en la batalla. El tipo resulta gravemente herido a causa de una explosión y muere al cabo de unas horas después un tránsito angustioso en el que un solo nombre de mujer le brota incesante de los labios. Sus compañeros, después del combate, levantan los cadáveres y los ponen en un carro para llevarlos a incinerar, pero la mano les pasa inadvertida, en un hueco húmedo al abrigo de unos troncos. Pasan los días y comienza la temporada de lluvias. La mano prende en la tierra y poco a poco, con el agua y los nutrientes de ese lugar, los dedos empiezan a tomar un color verdoso y a crecer lenta pero imparablemente. Meses más tarde, cuando la mujer toma el té en la terraza de su apartamento, ve asombrada cómo cinco finas ramas verdes han remontado la fachada y se le enredan suaves en el tobillo.

3 comentarios:

morena dijo...

Como me gustó cuando lo leí! sigue siendo una historia preciosa, me ha encantado leerlo de nuevo.

Te beseo

diafebus dijo...

Las primaveras más urgentes llegan por la espalda. Después se quedan.

Vicè dijo...

Buen relato, en la habitual línea diafebusística.
Me suena esa historia, pero en mi versión esa mano es una alergia primaveral que me tapa las vías respiratorias. Ya se ha ido la lluvia y el polen vuelve a cebarse en mi. Resistiremos.