martes, 16 de septiembre de 2008

Elogio lisérgico del fundamentalismo árabe


Tal vez ya no haya nadie al otro lado. No les culpo. El porqué de tanto silencio y tanto polvo como piramida las esquinas es sencillo e irrelevante: enfermé de desánimo. Hay una corriente en la blogosfera colindante de tratar la actualidad, una tendencia honesta, frontal y feroz a patear el cartón de los trileros y escupirles la bolita dónde está la bolita a la cara, un pulso constante por el día a día, de lo íntimo a lo fronterizo, del rock al deseo y del mar al piano que, sencillamente, me vino grande. ¿Y para qué carajo va a escribir uno nada? En algún punto la realidad me pareció tan merecidamente imbécil que me senté en la grada a leerles y brindar por el fin.

Pero el desánimo es la estrategia de quienes nos quieren inermes, la más efectiva al cabo, la más difícil de enfrentar porque se disfraza de convencimiento, de decisión emanada del yo paciente. Y así vamos tirando.


El caso es que, si gustan, saco de sus goznes las puertas de la ciudad y las fracaso contra el suelo. Que su estrépito de maderas estalladas les de la bienvenida y supla a las campanas; hace tiempo las fundimos para fabricar munición, qué quieren.


Después de un fin de semana de lujo en la sierra de Gredos - siguiente entrega sobre la Laguna Grande, el pico Almanzor, las cabras montesas, la fuente de cavadores, el buen comer y el buen vivir... - esta mañana una noticia a penas entrevista en la última página del diario Levante-EMV me ha arrancado una carcajada a la hora del café: Clérigos saudíes piden la pena de muerte para ejecutivos de la televisión por la calidad de los programas. Vaya, vaya, vaya. Que yo no digo que la pena de muerte sea buena, pero un escalofrío de placer me ha recorrido el cuerpo al pensar en la suerte de sus homólogos españoles y valencianos de mediar un régimen fundamentalista. Fundamentalista religioso, no como el nuestro, digo. Fundamentalista religioso pero no del Opus Dei, corrijo. Uno se imagina a los clérigos enarbolando refulgentes alfanjes camino de Burjassot, abriendo las puertas de par en par con las patas de sus corceles blancos, arrasando cuanto encontraran a su paso hasta llegar a la planta noble, penetrando la sala de juntas y finalmente estupefactos cuando descubriesen que el ente lo rige un mono con una botella de vodka que se masturba compulsivamente para firmar con semen las prebendas que le dan de monear a vuelta de favor.

Como fantasía es deliciosa. Aplíquese con gusto y sin atender a posología a la cadena que convenga y los monos de acá y acullá. Disfrútese como merece.


Todo esto mientras las bolsas del mundo se van al carajo a velocidad supersónica lastradas por el reventón de las subprime y el efecto dominó en bancos y aseguradoras. Todo esto mientras Rajoy truena contra el hecho de que los inmigrantes que trabajan y cotizan cobren luego el paro. ¿Qué inmigrantes? Los que se subieron a hostias los andamios con que levantamos la catástrofe.


Lo dicho. Que vengan los árabes alfanje en mano. Entretanto me voy a hacer 2000 abdominales, como Aznar. Con dos cojones.

5 comentarios:

Vicè dijo...

Que vengan los árabes. Monumental regreso Diafebus. Plas, plas, plas!!!

morena dijo...

No voy a decir nada porque no puedo decir nada que no sea, ole, ole y ole.

Lo dicho que si vienen y ven a la Mari Tere, a la Patri y al Bertin en el gran prix, se inmolan en fila de a uno, nada de grupos ¡que coño!

¡Ah! que se le besa y que es un lujo volver a leerle y que es usted muy grande y.....

Forlati dijo...

Nos fa tornar vosté a l'ignomínia de l'elogi furibunt a l'amic. Lo qual queda chuplapollístic, pero esdevé inevitable, en el seu cas…

Comtessa d´Angeville dijo...

Estic amb Vicè, monumental tornada la seua senyoret!

angresola dijo...

Xuplapollisme al que no puc sino afegir-me. Magnífic text, senyor.
Abraços.